Ultraligero Festival (Teatro de la Axerquía) Córdoba 20/09/25


Más que la crónica de un mini festival, esta podría ser la crónica de un concierto y medio. Justo lo que al abajo firmante y a un nutrido grupo de fieles a este tipo de eventos les dio tiempo a ver y escuchar. Procedamos a un breve resumen para que se entienda mejor esta introducción: Programado inicialmente a partir de las cuatro de la tarde, sin haber leído ni entendido el pronóstico meteorológico que preveía temperaturas ciertamente inclementes para dicho tramo horario, la cosa se demoró hasta hora y media después en previsión de insolaciones y calentamientos inapropiados. Obligados por las circunstancias, los horarios iniciales facilitados a prensa y público en general fueron reformados casi a capricho, aún nadie sabe si por consenso con los propios artistas, por buscar la franja más propicia para cada cual o por sorteo puro y duro. Lo único que quedó claro al final es que las preguntas quedaban sin respuesta fija cuando se trataba de adivinar quién sería el o los siguientes en actuar. Y no sé si era buena idea lo de poner a Dalila, una abogada sevillana metida a DJ que al parecer goza de un merecido prestigio en la escena que algunos no sabemos apreciar, a pinchar breakbeat durante más de una hora justo después del primer concierto “de verdad”, pues el protagonizado por los madrileños Parquesvr dejó un sabor de boca y un ánimo poco propicios para sus mezclas. Poca o ninguna culpa tenía ella, todo sea dicho, cuando quizás no era la mejor hora para sus propósitos hedonistas. 

Un Teatro de la Axerquía más desangelado de lo habitual ante la decisión de privatizar barras y gradas y la sensación de secuestro temporal (se impedía volver al recinto una vez fuera del mismo), foodtruck zone incluida, recibía a una banda inusual largamente esperada por estos lares. El gamberrismo ilustrado de sus letras, la capacidad de traspasar fronteras virales y el crisol de punk, pop canallesco, rock urbano y hip-hop barrial hacen de Parquesvr un proyecto en plena expansión, sobre todo cuando en directo arengan al personal contra individuos de la calaña de Ayuso, Pablo Iglesias o Rubiales. Lo hacen a ritmo de falso reggae y rock indie mientras se enorgullecen de pasárselo mejor serenos que muchos estando borrachos. Javier Ferrara es un frontman osado y sarcástico, directo en la reivindicación irónica de “Alfredo’s” y en lo combativo de pequeños himnos infalibles como “El palco” o “Que arda Madriz”, la muy actual “Almodóvor Amenábor” y las imprescindibles “Juancarlista” y “Pero”, en las que no da puntada sin hilo ni deja puerta sin cerrar. Pura diversión y conciencia, un entretenimiento inteligente a media tarde que difícilmente podría encajar en contextos más serios. O sí, porque lo suyo no es precisamente una broma aunque lo parezca.


Después de que el dúo de DJs italianos Mind Enterprises amenizara el otro ínterin con su italo-disco vestido con colores del siglo XXI, dotando de aún más efectividad aquellos temazos con los que algunos recordamos los tiempos en que en las discotecas se podía escuchar música, el fin de la descafeinada fiesta llegaba desde Aranjuez de nuevo para el mundo. Nunca habrá altavoces ni justicia suficiente para lo que hacen Rufus T. Firefly. Justo detrás de mí, con la boca abierta y la cámara del móvil a punto de hacer agotar la batería, alguien venido de lejos me preguntaba y se preguntaba quiénes eran esos tipos y por qué se los había estado perdiendo tanto tiempo. Reconociendo que hasta no hace demasiado tiempo no había conseguido entrar de lleno en su discografía, y descubriendo por el camino una obra maestra como Magnolia, participé de su asombro y de paso en la comunión colectiva con un sonido único e intransferible. Seis músicos situados en sus respectivos atriles rodantes, con las guitarras de Marc Sastre, las teclas de Manola (ojo a su deslumbrante debut en solitario, un auténtico catálogo de black music contemporánea), las percusiones de J. F. Feo y el bajo de Miguel de Lucas como fantásticos acompañantes de los jefazos Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro. A ella seguramente el título de mejor baterista de este país le sea ampliamente disputado pero jamás le debería ser negado, en igual medida que a él tampoco se le podría hacer ni un sólo reproche como uno de los mejores y más completos músicos que pisan escenario patrio. Apabullante es poco. Sonido, luces y alineación escénica sobrias e impecables, disfrutando y haciendo disfrutar de cada detalle, cada arreglo, expandiendo y enriqueciendo canciones como catedrales que en directo suenan aún más gloriosas. “Camina a través del fuego” es perfecta para iniciarnos en su universo, y “Lafayette” la continuación perfecta por una senda sideral plagada de contrastes y recovecos infinitos.

La calma tensa de “Canción de paz” se transforma en tempestad soul, sin vientos pero con pulmones rítmicos capaces de soplar en cualquier dirección, en “Sé dónde van los patos cuando se congela el lago”. Su último disco se llama Todas Las Cosas Buenas y es justamente eso, un álbum lleno de instantáneas congeladas en el tiempo e incrustadas en la memoria del porvenir, y así quedaron desde el primer momento en que las escuchamos otras cosas igual de buenas como “Río Wolf” (¿la mejor canción de su carrera?) o “Nebulosa Jade”, ambas declaraciones de compromiso con la naturaleza y el universo en clave casi de rock progresivo, con desarrollos instrumentales casi sobrenaturales y una atracción inevitable hacia el centro de su particular universo, recreado en las más recientes “Trueno azul” y “La plaza”, con un pie en la electrónica y otro en la psicodelia de los setenta y –afirmación osada apta para debate- optando al hipotético trono de haberse convertido en los Radiohead hispanos. Créanme que hoy por hoy tienen poco que envidiarles, y sin necesidad de abrir subastas o sorteos digitales para rifarse las entradas que algunos supuestos afortunados ni pueden pagar. Rufus T. Firefly son un lujo que igual no nos podemos permitir, pero sí que debemos.

Hemos hablado de un festival que llegaba a Córdoba con ilusión y un cartel discutible pero bienintencionado. También ha quedado dicho que las cosas se pueden hacer de mil maneras sin que ninguna sea más correcta que la otra, pero puede que haya algunas más sensatas e inteligentes. Ojalá el próximo Ultraligero que planee sobre el cielo cordobés caiga en terreno mucho más fértil.

 

 

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