Entre lo trágico y lo histórico Casals deja espacio para la belleza

Desde hace un tiempo sabéis que estoy pendiente de que caigan en mis manos libros sobre los Balcanes, sean de autores balcánicos o no. Incluso la época me da un poco lo mismo. Desde la época otomana hasta la actualidad todo me resulta interesante. Tengo echado el ojo a algunos títulos que pronto sacaré de la estantería, pero tampoco es cuestión de saturar. Hoy os traigo La piedra permanece. Historias de Bosnia-Herzegovina de Marc Casals editado por Libros del K.O. publicado en 2021. Casals empezó su carrera profesional como intérprete en la Unión Europea y recaló en los Balcanes, casi por casualidad, hace veinte años. Se estableció en Sarajevo hace casi quince y se ha convertido en un testigo y experto de la zona. Sus artículos en diferentes medios (Revista de Libros o El Orden Mundial) son recomendables porque en ellos expone su interesante visión de los retos que viven los países eslavos del sur basada en su conocimiento histórico, social y político conjugado con su experiencia a pie de calle.

La piedra permanece es un compendio de dieciséis historias reales de personas normales y corrientes —bosnios musulmanes, de origen serbio, croata, montenegrino, judíos, descendientes de turcos— de diferentes zonas de Bosnia-Herzegovina que permiten a Casals abordar prácticamente en su totalidad todas las disyuntivas y problemáticas causantes y derivadas del complejísimo conflicto que vivió la región balcánica. A través de la escritura, con la intuición y empatía de quien lleva quince años viviendo en los Balcanes, Marc Casals desmitifica tópicos envenenados, de un orientalismo de safari, como el supuesto carácter belicoso de sus habitantes. Son historias íntimas de resistencia y reconstrucción, resultado de muchos años de conversaciones y amistad entre el autor y los protagonistas: David Kamhi, violinista sefardí; Alma, cantante de clubes nocturnos; Fazila, vendedora de flores del cementerio de Potočari; Ratko, aforista, poeta, dramaturgo y cineasta, entre otros. Cada uno desde su parcelita de realidad, desde su contexto, desde sus circunstancias históricas, familiares, religiosas y políticas. Casals lo cuenta de tal forma que todos son víctimas de estrategias geopolíticas de gran envergadura, meros peones de una partida de ajedrez a la que no querían jugar y que nunca van a terminar porque van a ser devorados por el camino. Y es precisamente ahí, en esa irrelevancia que también reclamaba Guillermo Abril, donde brilla Casals. Porque para todos hay esperanza o al menos hay margen para seguir con vida y crecer en la tranquilidad de la paz actual. Pero ninguno olvida que entre abril de 1992 y diciembre de 1995, el pequeño país de Bosnia-Herzegovina fue el escenario de una guerra que acabó con casi cien mil muertos y alrededor de dos millones de desplazados. Esto sucedió ante la mirada de incomprensión de la ciudadanía europea y la parálisis de sus dirigentes. La prensa internacional se agarró al mito del «avispero balcánico» para explicar algo en apariencia inexplicable, pero que la literatura ha demostrado que es explicable y es duro cuando se entiende.

La literatura tiene que llegar donde la política no lo hace. Dar voz a estas personas, a sus historias, es la forma de contar cómo se vivió y qué supuso ese conflicto para los habitantes de esos territorios. A medio camino entre la crónica trágica y el relato puramente histórico, Casals deja sitio para la belleza de los ríos, los puentes, los barrios, el crecimiento industrial, el amor, los lazos familiares, las amistades y los recuerdos bonitos. Si el tema os interesa, si más allá de la Guerra de los Balcanes os interesa la literatura de conflictos o si no sabéis nada del tema y queréis empezar a ubicaros, este libro es un buen compañero de viaje.

¡Nos vemos en la próxima reseña!