De nuevo ahí estábamos: sudados, con la camiseta pegada al cuerpo, felices y algo magullados, abrazando al desconocido de al lado como si fuese un colega de toda la vida. Un concierto de Mujeres es eso: una misa laica, un ritual pagano donde el colectivo se impone a la individualidad. Te arrastra, te sacude, te limpia. Si pudiera, iría uno al mes, como otros van al fisio o a terapia: un choque eléctrico contra la rutina, la prueba de que la realidad también puede doblarse a tu manera, aunque solo sea durante noventa minutos.

Además, este concierto se sentía distinto a otros a los que habíamos asistido. Sobre todo porque la idea central era recorrer de arriba abajo el álbum de 2017 que marcó un cambio en la banda: Un Sentimiento Importante. El disco que supuso el paso del inglés al castellano, la transformación del cuarteto en trío y el que, de alguna manera, definió el sonido que hoy conocemos como Mujeres. Un álbum bisagra, rescatado además para abrir las celebraciones del 25 aniversario del Ochoymedio, que convirtió la sala en un escenario de culto para la ocasión.

Hace unos años, cuando los entrevistamos para el libro No Sonamos Mal, nos pasamos hora y media charlando sin interrupciones. Hablamos de todo: discos, conciertos, ciudades, canciones que funcionaban y otras que habían quedado en el cajón. Muchos de esos testimonios acabaron formando parte del libro, pero otros quedaron flotando, sin un lugar definido, esperando el momento adecuado para reaparecer. Y ese momento llega, a veces de manera inesperada: cuando vuelves a escuchar un álbum, una canción concreta o un concierto, y de repente ciertas palabras cobran sentido. “Cuando cambiamos de idioma cambió el grupo, ya que el inglés te permite ocultarte”, nos contaba Pol sobre el disco. “Intentábamos buscar mucho ese estribillo de alzar el puño y cantar. Quizá sea eso a lo que te refieres con lo de canciones corales”.

Yago completaba la idea hablando de cómo se fue moldeando lo que hoy entendemos como “canción Mujeres”: “Ese tipo de canción, por decirlo así, es muy concreta: no son muy largas, suelen ser cortas y directas. Cuando empezamos y miramos a esa escena americana, queríamos escapar de la idea del revival. Esto no iba de querer ser The Cramps, ni de recuperar una música dejada atrás porque fuera mejor, sino de volver a la idea de canción primitiva, de rock and roll, punk muy A-B-C, con solos sencillos estampados en tu cara. Cuando volvimos al castellano nos daba miedo que el grupo sonara viejo, y lejos de asustarnos fue como: venga, vamos a abrazarlo como fórmula”. Lo que podía parecer una limitación se convirtió en músculo: un rock directo y atemporal, que sigue resonando igual que la primera vez que escuchas “Rumble” de Link Wray, con la misma electricidad y urgencia que atraviesa la piel. Ese es, en gran medida, el sentimiento que recorre este álbum.

Pero sobre todo, Mujeres no solo definió un sonido; también construyó una manera de estar en el mundo. Una manera de vivir la música que los que llegamos después observamos con orgullo, como quien descubre un mapa alternativo y se reconoce en él. Para mí, junto a Triángulo de Amor Bizarro (los cuales también estarán en estas celebraciones del Ochoymedio) o Kokoshca, siempre han sido recordatorios de que otra escena es posible: otra industria, otra forma de concebir la canción, otra manera de habitar lo colectivo. Algo más puro, más divertido, más real. Desde los carteles impresos que venden en el merch hasta los artículos de Pol en el blog de la Fnac, hay un hilo de integridad que atraviesa todo lo que hacen.

Por eso este concierto, con la Sala But hasta arriba y el cartel de sold out colgado en la puerta, no era solo un bolo más. Era un homenaje a esa manera distinta de hacer las cosas. Hace unos meses los vimos en La Riviera y, aunque cada concierto tiene sus matices, la sensación fue la misma: euforia. Bufandas al aire, canciones corales, un sentimiento de fraternidad que solo nace desde la honestidad. Esta vez fueron noventa minutos con Un Sentimiento Importante de principio a fin, en el orden del disco, y complementado por otros himnos que ya forman parte del repertorio generacional: piezas que no envejecen, que se corean como patrimonio compartido.

Y fueron precisamente esos himnos, “Cae la noche”, “Besos”, “Rock y Amistad”, “Un gesto brillante”, los que abrieron fuego. Cuatro golpes certeros que pusieron en marcha un motor que no se detendría en toda la noche. Con la energía desatada, llegó el turno de revisitar el disco. Lo interesante de estos ejercicios retrospectivos no es solo volver a lo conocido, sino redescubrir canciones que, aunque aparezcan de vez en cuando en los setlists, cobran un nuevo protagonismo: “Siempre eterno” y “Piedra de sal” brillaron como nunca, y rarezas como “Suenan espadas”, interpretada por primera vez en directo, o “Ley de la gravedad”, apenas tocada en toda su carrera, tuvieron su instante de luz. Son momentos así los que convierten este concierto en una experiencia bastante irrepetible.

Con el disco completado y el público en trance, la intensidad no bajó. Sonaron “Si piensas en mí”, “No puedo más”, “Diciendo que me quieres” y “Tú y yo”, junto a adelantos de su próximo álbum, previsto para febrero de 2026, como “Alucinante”, que saldrá en noviembre con la colaboración de Aiko el Grupo. Para presentarla en directo, contaron con Bárbara, teclista de Aiko, que se adueñó también de los ritmos de “Al final abrazos”, aportando un matiz distinto a la energía del set.

Las sorpresas continuaron. En “Cardio” y “Caladas” irrumpió Diosito, de La Élite, para uno de los momentos más desquiciados de la noche: saltó al público, viaje en volandas y un estallido eléctrico que convirtió la sala en un caos. Después llegó “Aquellos ojos”, probablemente la pieza más histórica de Mujeres, clave en el proceso de transformación que desembocó en Un Sentimiento Importante. Curiosamente, apareció tres años antes del disco en un EP homónimo y mantiene intacta su fuerza: directo a la memoria, directo a la piel.

El cierre fue un baño de masas en estado puro. Pol volvió a ser llevado por el público durante “Romance romántico”, y el concierto se despidió con “Un sentimiento” y una versión de “No volveré” de Kokoshca. Un tema que ya habían interpretado antes (incluso en un flexidisco de Sonido Muchacho) y que funciona como puente natural entre bandas que comparten ética, amistad y espíritu. No sería descabellado imaginar un EP conjunto donde Mujeres y Kokoshca se reinterpretan mutuamente, como hicieron con varias canciones Carolina Durante y Depresión Sonora: un gesto lógico, una declaración de complicidad y de celebración de una escena que mantiene al público en el centro.

Y al final, cuando las luces se encienden y los murmullos llenan la sala, queda la sensación de haber estado dentro de algo que se mueve por sí mismo, impredecible y vivo, sin guion ni repetición. Un pequeño centro de gravedad permanente. Todo lo demás se desvanece: quedan los abrazos.

Fotos Mujeres: Víctor Terrazas