La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) ha dado un paso inesperado: ha aprobado la creación de un nuevo formato mundial llamado Total Chess World Championship Tour, un circuito que combina ajedrez clásico rápido (“Fast Classic”), rápido y blitz, y que coronará a un “campeón total” cada temporada. La iniciativa parte de Norway Chess y ya ha levantado polémica entre jugadores y aficionados.
El anuncio ha dividido a la comunidad. Algunos lo ven como una modernización necesaria; otros, como una confusión innecesaria que amenaza con diluir el valor del título mundial clásico. El Gran Maestro Miguel Illescas lo resumió con contundencia en su cuenta de X: “Wrong move, bad mistake… A player can win all three championships, but play bad in Norway and someone else will be crowned ‘Total Champion’. Isn’t it nonsense?”
Wrong move, bad mistake… Media and fans prefers things simple. A player can win all three championships, classical, rapid and blitz, but play bad in Norway and someone else will be crowned “Total champion”. Isn’t it nonsense? https://t.co/hiL7EQHDIs
— Miguel Illescas (@illescasmiguel) October 17, 2025
Un campeonato “total” con sabor noruego
Según el comunicado oficial de la FIDE, el Total Chess World Championship Tour consistirá en cuatro torneos por año, repartidos en distintas ciudades del mundo, con una bolsa mínima de 2,7 millones de dólares anuales. Tres de las pruebas repartirán 750.000 dólares cada una, mientras que la gran final entregará 450.000 dólares entre cuatro finalistas.
El nuevo formato busca, según sus organizadores, “encontrar al jugador más completo del mundo”, aquel capaz de dominar las tres velocidades del ajedrez moderno: el rápido, el blitz y el denominado Fast Classic, una modalidad de partidas de 45 minutos con 30 segundos de incremento. Este ritmo será considerado “clásico” a efectos de Elo, algo que ya ha generado cierto debate entre los puristas.
Kjell Madland, CEO de Norway Chess, lo presentó con entusiasmo: “Queremos un campeonato entretenido, con tecnología punta, retransmisiones atractivas y formatos más rápidos que acerquen el ajedrez a nuevos públicos”.
De la tradición al espectáculo
La FIDE insiste en que el nuevo título no sustituirá al Campeonato del Mundo Clásico, sino que lo complementará. En palabras de su presidente, Arkady Dvorkovich, se trata de “una gran adición al tradicional y prestigioso título mundial clásico”. Sin embargo, la frontera entre ambos parece borrosa para muchos.
En la práctica, habrá dos campeones mundiales coexistiendo: el “Campeón del Mundo Clásico”, que saldrá del match por el título de 2026 (donde Gukesh ya está clasificado), y el “Campeón del Mundo Combinado”, que saldrá del nuevo circuito. La confusión semántica es inevitable. Como ironizaba un usuario en redes: “Si todo el mundo es campeón, ¿quién queda para desafiar al campeón?”
Un guiño a Magnus
Entre bastidores, muchos interpretan la maniobra como una estrategia de la FIDE para tentar el regreso de Magnus Carlsen. El noruego renunció al título mundial clásico en 2023, cansado del formato largo y de la presión mediática, pero sigue activo en rápidas y blitz, donde se siente más cómodo. No es casual que el nuevo campeonato nazca precisamente bajo el paraguas de Norway Chess, el torneo fetiche de Carlsen desde hace una década.
El propio diseño del circuito —más dinámico, con mayor frecuencia de torneos y una narrativa de temporada completa— parece hecho a su medida. Si Magnus aceptara participar, el nuevo título ganaría un prestigio inmediato. Y FIDE lo sabe.
Reacciones encontradas
La comunidad ajedrecística ha reaccionado con sentimientos mixtos. Algunos celebran la idea como una forma de revitalizar el calendario, con más oportunidades de ingresos y visibilidad. Otros, en cambio, temen que se diluya la jerarquía tradicional del ajedrez.
El comentario de Illescas refleja una preocupación compartida en la que me incluyo: el riesgo de que un jugador que domine las tres disciplinas pueda perder el título combinado por un mal torneo en la fase final. Es como si un tenista ganara Roland Garros, Wimbledon y el US Open, pero perdiera el número uno mundial porque falló en el Masters de fin de año.
Además, el nuevo formato plantea incógnitas prácticas: ¿cómo se calcularán los puntos combinados? ¿Habrá descansos adecuados entre torneos? ¿Y qué ocurrirá si un jugador clasifica a los Candidatos a través de este circuito, como adelantó el CEO de FIDE, Emil Sutovsky?
Un formato con luces y sombras
Hay que reconocer que la propuesta tiene su atractivo. El ajedrez moderno vive un auge mediático gracias al streaming, las redes y el formato rápido, mucho más digerible para la audiencia general. La idea de un “campeón total”, hábil en todas las velocidades, puede resultar seductora para las nuevas generaciones.
Pero el riesgo está en perder la narrativa que ha sostenido al ajedrez durante más de un siglo: el duelo clásico por la corona mundial. Sin esa tensión, el título combinado podría verse como un producto de marketing más que como una consagración deportiva. El propio nombre —“Total Champion”— suena más a una franquicia de videojuego que a la continuidad de la tradición de Steinitz, Alekhine o Kasparov.
El futuro, entre la emoción y la confusión
Si algo demuestra esta decisión es que la FIDE busca adaptarse a los tiempos: formatos más breves, más torneos, más pantallas. Pero quizá esté subestimando el valor emocional del ajedrez clásico, ese pulso lento donde cada jugada pesa como una confesión.
En última instancia, todo dependerá de los jugadores. Si las grandes estrellas —Carlsen, Nakamura, Ding o Gukesh— se involucran, el “Total Championship” podría consolidarse. Si no, corre el riesgo de ser otro experimento olvidado en el calendario.
 
							 
						 
							 
							 
							