Pensar en ajedrez no consiste solo en elegir una jugada. En realidad, es una forma de mirar el tablero —y también de mirarse a uno mismo— con una atención más profunda. Entre el impulso de mover una pieza y el deseo de mejorar, hay algo que a veces se nos olvida, y es pensar conscientemente.
Conócete a ti mismo… sobre el tablero
La vieja máxima de Sócrates, “conócete a ti mismo”, cobra un sentido especial frente a las 64 casillas. Si quieres progresar, tienes que observar no solo lo que haces, sino cómo lo haces. No basta con estudiar aperturas o finales; hay que entender el modo en que piensas, cómo decides y por qué cometes ciertos errores.
Este autoconocimiento tiene dos planos muy distintos. Uno inmediato, el que aparece en plena partida: cómo analizas, cómo evalúas, cómo gestionas la presión. Y otro más amplio, que tiene que ver con tu evolución como jugador: tus hábitos, tus rutinas mentales, tus fortalezas y debilidades. Porque sin saber dónde estás es complicado poder progresar.
Qué nos enseña la psicología del ajedrez
Durante décadas se pensó que los grandes maestros calculaban más y mejor que los demás. Pero los estudios sobre el pensamiento ajedrecístico revelan algo mucho más interesante: no siempre piensan más lejos, sino mejor. Lo que los distingue es la precisión con que reconocen patrones. Tienen en su memoria un enorme archivo interno de estructuras típicas, lo que les permite orientarse en posiciones nuevas con una naturalidad asombrosa. Por eso eres capaz de ver a jugadores de ajedrez profesionales mover con una velocidad increíble incluso con muy poco tiempo en el reloj.
Hay anécdotas que lo ilustran bien. Miguel Najdorf confesó que en una de sus partidas más brillantes apenas vio dos jugadas por adelantado. Y John Nunn escribió que, en otra ocasión, casi no calculó ninguna variante profunda. La diferencia no está en la cantidad de cálculos, sino en la calidad de las conexiones que establecen. El pensamiento experto no es algo quese adentra sin control, sino una especie de red.
El mito del cálculo perfecto
Otro mito común es imaginar al jugador fuerte como una máquina que enumera posibles jugadas, las evalúa una a una y elige la mejor. En realidad, la mente no funciona así. Los jugadores, incluso los más expertos, se mueven en un flujo constante: saltan de una idea a otra, vuelven atrás, reconsideran, ajustan. No hay un camino lineal, sino una danza de pensamientos. Esto rebate lo que trató de precognizar Kotov a pesar de que sí demostró que su sistema era excelente como método de análisis.

Y esto no es un defecto, al contrario. Es lo que nos permite descubrir relaciones nuevas entre ideas, reconsiderar una línea descartada, o cambiar de plan cuando el tablero lo exige. A veces no elegimos entre movimientos, sino entre planes. Consolidar el centro, abrir el flanco de dama, preparar un final favorable… El pensamiento en ajedrez es dinámico, humano, imperfecto y muy bonito.
Pensar en voz alta: una herramienta poderosa
Una técnica especialmente útil es la de pensar en voz alta. Consiste en verbalizar lo que pasa por tu mente mientras analizas una posición. Luego, escucharte a ti mismo. Lo que surge de ese ejercicio suele ser revelador: vacilaciones, ideas fugaces, intuiciones que nunca llegan a plasmarse. Todo eso dibuja tu mapa mental. En nuestra Escuela www.thezugzwangmembers.com lo ponemos en práctica de manera frecuente en nuestras masterclasses y el resultado es siempre muy revelador. Te dejo un vídeo en abierto.
Este método tiene varios efectos positivos:
- Te obliga a ordenar tus pensamientos y a hacerlos conscientes.
- Te ayuda a mantener la calma en posiciones críticas; sigues un procedimiento, no un impulso.
- Permite al entrenador (o a ti mismo) entender cómo piensas, no solo el resultado final.
- Reduce el riesgo de apuros de tiempo, porque genera un ritmo mental más estable.
- Y lo mejor: te permite canalizar tu creatividad.
La verdad es que este tipo de pensamiento metódico libera espacio para la imaginación. Al poner orden, despejas el camino para que aparezcan las ideas realmente originales.
Aprender a pensar diferente
Muchos jugadores se quedan atrapados en lo que los psicólogos llaman pensamiento imitativo: repetir patrones, aplicar reglas, evitar errores. Es una etapa necesaria, pero no puede durar para siempre. Llega un momento en que hay que arriesgar, salirse del guion, pensar diferente.
La creatividad nace cuando uno se atreve a desafiar lo aprendido. Cuando entiende que las excepciones enriquecen más que las normas. Y cuando, frente al tablero, decide escuchar su intuición aunque contradiga el manual. En esos momentos el ajedrez deja de ser solo estrategia y se convierte en una forma de expresión.
El camino del autoentrenamiento
Mejorar en ajedrez no depende solo del estudio técnico, sino de la mentalidad con que uno afronta el proceso. Se trata de aprender a pensar como un ganador, aunque todavía no lo seas. De fijar metas claras, pero también de disfrutar del camino. De confiar en tu capacidad, incluso cuando los resultados no llegan.
El progreso real nace de pequeñas victorias: entender una idea nueva, dominar un final que antes te confundía, encontrar una jugada bella. Esos instantes son los que moldean el carácter del jugador. Y poco a poco, sin darte cuenta, también transforman tu forma de pensar fuera del tablero.
Algunos libros que te ayudarán a pensar mejor:
-  “– Willy Hendriks
 Revolucionario y divertido. Desmonta muchos mitos sobre cómo se debe pensar y propone un enfoque más natural e intuitivo del cálculo y la toma de decisiones. Es ideal si te sientes atrapado entre teoría y práctica.
- Logical Chess: Move by Move – Irving Chernev
 Cada jugada de 33 partidas clásicas está explicada con claridad y sentido. Chernev enseña por qué se hace cada movimiento, no solo cuál. Es ideal para entender la lógica interna del ajedrez y desarrollar un pensamiento estructurado. Muy recomendable para jugadores entre 1200 y 1800 Elo.
- The Amateur’s Mind – Jeremy Silman
 Silman analiza los errores típicos de los jugadores aficionados comparando su razonamiento con el de un maestro. Explica cómo cambian las prioridades según la posición y enseña a pensar en términos de desequilibrios (espacio, estructura, actividad, etc.). Es uno de los libros más reveladores para pasar del juego mecánico a la comprensión real.
 
							 
						 
							 
							 
							