EUCALIPTO

 

I.

 

Antes del aire​​ 

estuvo el bosque

errante en la prisa.

Y sobre los ramales,

aún vacilantes,​​ 

con su savia en llamas,​​ 

la niebla más profunda​​ 

es el fruto

de quien mira el mundo

brotar de las hojas caídas.

 

 

 

II.

 

Antes del fuego​​ 

era reposo la noche​​ 

oculta en cada piedra,​​ 

por pequeña

o callada que estuviera.​​ 

 

 

 

III.

 

Donde la mirada nace,​​ 

y toda cumbre se inclina,

el camino sin sombras,

como un rumor de estrella​​ 

acompaña la soledad del aire​​ 

que parpadea.

 

 

 

IV.

 

Antes del agua,​​ 

la oscuridad vertida de un espejo.​​ 

Por entonces solo eco

del silencio;

cauce a la deriva​​ 

que fluye

por el mar de la luna,

cuando ahoga sus fiebres​​ 

de arena en la brisa

y una corona de espinas

la ilumina.

 

 

 

V.

 

Antes de la tierra,

su rastro por el viento,

donde las raíces despiertan​​ 

y un puñado de luz

brota entre sus grietas.

Al margen de la voz,

o al pie de los párpados,

en las ramas tambien el día

comienza.

 

 

 

VI.

 

Antes de las cosas,​​ 

su mirada,​​ 

sin rastro ni huella,​​ 

cuando la mañana

en los labios​​ 

es el temblor

del adiós que nos talla. 

 

 

 

 

 

 

 

SIN HUELLAS

 

La niña sigue de pie al borde de la escalera eléctrica del centro comercial.

Debe bajar pero no lo hace, solo mira crecer el abismo del aire oscuro delante suyo.

Es cuando el silencio se abre en sus ojos para devorarlo todo. La prisa del tiempo se detiene en el rincón de quien atiende su llamado invisible.

 

La gente la mira o no, igual se alejan de espalda a su terror. No advierten la feroz batalla que libra ni la tempestad en sus labios cerrados por el grito de la voz muda.

Me acerco y le ofrezco mi brazo enjuto. Sin verme lo toma y da el primer paso.

Mientras descendemos siento su temblor en mi sangre. Y es suyo mi aliento en reposo dentro de su corazón a tientas.​​ 

Ante el escalón final le cedo mi lugar y triunfal me dejo caer en tierra firme.

La miro avanzar, alejarse; irse de mis ojos para siempre, libre.​​ 

Quedo a solas con el mundo.

 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

III PREMIO IBEROAMERICANO DE POESÍA

JOSÉ SANTOS CHOCANO

 

Acta del Jurado

 

 

Épico, lírico, cosmopolita; José Santos Chocano fue el primero de nuestros modernistas. Por eso, la Fundación Iberoamericana para las Artes, nos devolvió a su grandeza con la convocatoria de este Premio Iberoamericano de Poesía con el que honramos su legado y su nombre. Universal, pero autóctono, expresivo, pero sugerente, el autor de Alma América tuvo​​ especial atención por la necesidad de una propuesta épica; así fue desde sus primeras publicaciones, así lo escuchamos ahora, 91 años después de su partida. Por esa dimensión, este concurso: la seguridad de un registro, la destreza y originalidad en el enfoque, la preocupación por la memoria y la responsabilidad ética y estética; fueron los criterios del Jurado para decidir la entrega de este Premio y, así como en las dos primeras convocatorias, el objetivo ha sido conseguido.​​ 

Nuestra gratitud a los 1,014 participantes. Valoramos que se hayan presentado con nombres y apellidos, sin seudónimo.

Por mayoría, el III Premio Iberoamericano de Poesía José Santos Chocano, es para Felipe García Quintero, por su libro P A L L A K S C H. Felipe García Quintero va del verso libre a la prosa poética con un manejo impresionante de ambos registros; su propuesta recupera las preguntas sobre el origen en un ejercicio que reconstruye el tiempo y la historia. El poeta nos pone frente a un paisaje donde flora, fauna y hombre se integran luego de tantos viajes/ hacia ninguna parte. ​​ 

Felipe García Quintero (Colombia, 1973) Es doctor en Antropología y se desempeña como docente del programa de Comunicación Social de la Universidad del Cauca, en Popayán donde reside. Ha publicado los libros de poesía: “Vida de nadie” (1999), “Piedra vacía” (2001), “La herida del comienzo” (2005), “Mirar el aire” (2009), “Siega” (2011), “Terral” (2013), “Algún latido” (2016), “Animal de ayer” (2018), “Rengo” (2021) y “Cosas vistas (que el viento desnuda y cubre con el aire de otro nombre)” (2024). Participa en antologías y panoramas actuales de poesía colombiana e hispanoamericana. Algunos de sus libros se han traducidos al francés, inglés, italiano, portugués y árabe, y editados en Canadá, Estados Unidos, Italia, Brasil y Siria. Obtuvo por concurso los premios Encina de la Cañada (España), Iberoamericano de poesía Neruda 2000 (Chile) y Eduardo Cote Lamus (Colombia).

Asimismo, por la fuerza expresiva de su lenguaje y sus sobrecogedoras imágenes, el Jurado concluye que el accésit es para OJO DE NIÑA de la poeta Ernestina Elorriaga (Argentina); libro que recomiendan su publicación.  ​​ ​​​​ 

Nuestra más emocionada felicitación a los ganadores.  ​​​​ 

 

 

Lima, 15 de agosto de 2025

 

 

 

Mario Meléndez (Chile), Alfredo Pérez Alencart (Perú/ España), Enrique Solinas (Argentina), Lizette Espinosa (Cuba), Omar Aramayo (Perú)

MIEMBROS DEL JURADO