En el momento de escribir este artículo llevo casi un año estudiando e investigando todo lo relacionado con las aperturas. ¿Por qué? Porque estoy preparando un próximo libro para ayudarte a mejorarlas si eres un jugador amateur, de hecho, puedes estar informado de todo ello en este enlace: https://bit.ly/3Uf7sJ9. Y en todo este proceso me he hecho muchas preguntas, algunas de ellas relacionadas con las consultas que suelo recibir en nuestra Escuela.
Una de las dudas más comunes entre los aficionados al ajedrez es cuántas aperturas conviene jugar o “saberse”. Muchos jugadores creen que es necesario tene run amplio repertorio para “ser completos”, cuando en realidad esa idea suele convertirse en la trampa que frena su progreso.
El error de querer abarcar demasiado
Imagina que tienes algo de tiempo y decides estudiar la Defensa Francesa, otro día la Defensa Siciliana, otro día la Defensa Nimzoindia… Por muy grande que sea tu capacidad lo único que vas a hacer, y quizás ni siquiera eso, es rozar la superficie de cada apertura, pero sin entender realmente los planes estratégicos, las estructuras típicas ni los errores recurrentes. El ajedrez requiere tiempo, siento decirlo pero es así, no se puede aprender rápido aunque ha habido jugadores geniales que en muy pocas ocasiones de la historia lo han conseguido.
Cuando saltas de un lado a otro el resultado es una especie de conocimiento superficial: mucha sensación de conocimiento, pero todo es mera información. Terminas cometiendo los mismos fallos tácticos y estratégicos (sobre todo estratégicos), disfrazados de casualidades o mala suerte.

Lo que de verdad necesitas
Para el 90% de los adultos que quieren mejorar su nivel, con un repertorio estable y reducido de aperturas basta. Eso te permite:
- Reconocer estructuras conocidas una y otra vez.
- Ahorrar energía mental en la apertura y dedicarla al medio juego que es donde casi siempre se forjan los resultados..
- Concentrarte en lo que más hace crecer tu nivel: táctica en niveles sub 1800, finales y comprensión de planes típicos.
A un nivel amateur, la profundidad es más valiosa que la amplitud. Si ya conoces bien una apertura, aunque sea modesta, obtendrás posiciones familiares que te ayudarán a progresar de manera consistente. Lógicamente, debes trabajar tu memoria lógica y no tanto la memoria visual para conseguir buenos resultados. También te animo a que leas nuestro artículo de cómo aprender aperturas de manera creativa.
El ejemplo de Magnus Carlsen (y por qué no te aplica)
Magnus Carlsen declaró en una ocasión que uno de sus primeros entrenadores, Simen Agdestein, le recomendaba jugar muchos tipos de aperturas ya que se daba cuenta de que Magnus repetía siempre la misma variante de la Defensa Siciliana. Ese consejo fue perfecto para un niño prodigio que jugaba más de 100 partidas al año, que tenía un entrenador personal y que absorbía la información como una esponja. Algo parecido sucede con todos los niños prodigios, aprenden mucho, rápido y de manera natural.
Pero lo que funcionó para él no es válido para la mayoría de los adultos. Si juegas unas pocas partidas al año, estudias ajedrez entre trabajo y familia, y no cuentas con un entrenador que analice contigo, cambiar de apertura constantemente solo te creará confusión.
Magnus podía permitirse esa variedad porque su entrenamiento, talento y volumen de juego eran excepcionales. Para ti, la clave está en la estabilidad y la repetición.
¿Cuántas aperturas tienes que aprender entonces?
Con que tengas una apertura con blancas y un repertorio sencillo con negras es más que suficiente hasta un nivel bastante alto. Por ejemplo:
- Con blancas: 1.e4 o 1.d4, y trabajar sus estructuras principales. Si tienes menos de 1900 puntos de ELO te recomiendo que empieces por e4, pero d4 no está prohibido. Lo único que tendrás que tener mayores conocimientos de estrategia porque las posiciones tienden a ser más cerradas.
- Con negras: una defensa contra 1.e4 (por ejemplo, Caro-Kann o 1…e5) y una contra 1.d4 (por ejemplo, el Gambito de Dama Aceptado).
Eso te dará posiciones familiares en cada partida y te permitirá centrarte en desarrollar comprensión estratégica y cálculo táctico, en lugar de perderte en la selva de nuevas variantes.
Por supuesto, no tienes que quedarte ahí toda la vida. Podrás seguir desarrollando tu repertorio a medida que hayas consolidado lo que jueguas, pero mi consejo es que no sobreestimes tus conocimientos ya que es un error muy frecuente.
Cuando ya domines tu repertorio, sientas que juegas con confianza incluso tras un parón, y tus errores no se deban a falta de comprensión básica, entonces sí puedes empezar a explorar otras aperturas. Hazlo con calma, preferiblemente con guía de un entrenador o un plan de estudio estructurado. Si necesitas ayuda en www.thezugzwangmembers.com podemos ayudarte.
Para algunos jugadores ese momento llega pronto, para otros muy tarde, y para muchos nunca es necesario. Y está bien así: no necesitas jugar diez aperturas distintas para mejorar.
En fin, el mito de que “hay que saber muchas aperturas” es sencillamente eso: un mito. Lo esencial es elegir un repertorio reducido, repetirlo, ganar seguridad y conservar tu energía mental y tu tiempo sobre todo para la táctica y la estrategia. Y sí, también los finales.
La curiosidad y las ganas de aprender son importantes, como recordaba Magnus en aquella anécdota. Pero para la mayoría de aficionados, el primer paso es otro: consolidar una base sólida antes de lanzarse a la variedad.