Pulp lanzó su álbum seminal Different Class al mundo un 30 de octubre de 1995. La que consideramos verdadera cima del britpop, si es que realmente tuviéramos que meterles en ese saco que tan mal ha envejecido hoy en día.

Lo cierto es que el disco era más sofisticado de lo que nunca Blur pudo soñar, contenía melodías tan infalibles como las de Oasis y en su lírica, Jarvis Cocker se mostraba en estado de gracia riéndose de una sociedad británica que por entonces olía a naftalina.

Y es que en 1995 Gran Bretaña vivía una transición cultural. El gobierno conservador llevaba en el poder dieciséis años y el laborismo acechaba. Musicalmente, salvo excepciones, la industria norteamericana seguía como patrón dominante. El shock del suicidio de Kurt Cobain aún coleaba y el indie británico de los 80 había mutado en algo extraño desde la eclosión del acid house, la creciente popularidad de New Order y esas bandas de guitarras asomadas a la pista de baile como eran Primal Scream, The Soup Dragons, The Stone Roses, Happy Mondays y demás.

El britpop, género inventado por la prensa musical de la época para recuperar el cetro de la escena, había ido asomando la patita con los antes mencionados Blur y Oasis, aunque a la vez llegaban otros, como Pulp, los grandísimos Suede, o nimiedades ya olvidadas tipo Menswear. Bandas ancladas en los 70 y el embrujo de BowieRoxy Music como excusa para traernos sórdidas historias de dormitorio y glam andrógino. La verdadera perla de esta nueva raza (con permiso de Brett Anderson) venía de Sheffield y era el icónico Jarvis Cocker cuya banda, ya veterana por entonces, dio una sacudida a su discurso en búsqueda del éxito masivo, apoyado en su colección de canciones más sólida hasta la fecha.

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Pulp venían avisando con el fantástico His ‘n’ Hers de 1994 con temazos como «Babies», «Razzmatazz», «Lipgloss» o «Do You Remember the First Time?» y con unos arrolladores directos que no hacían sino aumentar su popularidad. En verano de 1995 habían lanzado el primer adelanto del disco, «Common People», la canción que les hizo inmortales, cuya historia sobre la «gente común» plagada de humor, patetismo y glamour a partes iguales, les colocó en la parrilla de salida para conquistar el mundo.

Esa pieza inspirada en una compañera de clase extranjera de familia acomodada que se enamora de un chico de familia obrera que como el cantante recuerda: «Son mis memorias sobre una chica que conocí en la universidad. Ella quería ir y vivir en Hackney y estar con la gente común. Ella era de un entorno pudiente, y ahí estaba yo, explicándole que nunca funcionaría (…). Una vez que tuve la temática en mi cabeza, fue muy fácil de escribir». El impulso que supuso este single y su aparición en Glastonbury ese verano fue el espaldarazo definitivo para su despegue, que remató la salida del LP.

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«Common People» es un himno generacional, una canción innovadora que cambiaría la vida de la banda, pero había mucho más que escuchar en Different Class, que aún hoy 25 años después de su publicación, suena tan fresco y vital como entonces. Cocker demostraba su destreza para la escritura sobresaliendo sobre el resto; Morrissey llevaba 15 años contando tristes historias encerrado en su dormitorio, Damon Albarn parecía obsesionado con Ray Davies y Oasis con fusilar (con gusto) todo lo posible a The Bealtes, pero él sin despeinar su flequillo era capaz de afilar su pluma y revelarse como el letrista más brillante del momento. Ese que podía cantarle al amor adolescente perdido ya desde la treintena con frases tan recordadas como “¿Qué vas a hacer el domingo, nena? ¿Te gustaría venir a conocerme, tal vez? Incluso puedes traer a tu bebé» y crear otro hit inmortal como «Disco 2000», que hasta el propio Nick Cave versionó.