Jasamine White-Gluz es la única componente que queda de los No Joy originales que empezaron su andadura en 2012 con el disco Ghost Blonde. Ahí ponían sobre la mesa sus influencias claramente orientadas hacia un shoegaze canónico, y el ruidismo melódico a lo The Jesus & Mary Chain con mucho pedal distorsionador de por medio.
Con el paso de los años no creo que el legado del grupo sea muy reivindicable, así que tras cinco años de parón, la cantante y guitarrista original se ha aliado con la productora de Baltimore Fire-Toolz (también conocida como Angel Marcloid) para, según palabras de la canadiense White-Gluz hacer algo que “sonara natural pero a la vez antinatural”. Inspirado en la naturaleza – la autora se mudó al campo desde hace unos años -, el disco conjuga los aspectos más protésicos de una producción abigarrada, pero instalando su sonido tambien en los componentes más orgánicos del shoegaze de toda la vida. Es curioso ver su cuenta de IG en la que la vemos como disfruta grabando el zumbido de los insectos, le pregunta a sus seguidores qué plantas son comestibles y cuáles no, y hasta enchucha cables alrededor de los pétalos de alguna flor. La llaman ya la Pee-wee Herman del ruido blanco, y es que es gracioso verla en los videos embutida en vestidos holgados de colores y maquillada con coloretes mientras retoza por el campo y se deja envolver por la naturaleza. Naturaleza y simulacro: esa sería una buena aproximación a la nueva apuesta de No Joy.
Es Bugland (No Joy/Sonic Cathedral, 2025) un rico tapiz de sonidos que parten del pop para engrandecerse a partir de una producción que es capaz de llevar al oyente por inesperados atajos. Aquí hay una afortunada simbiosis entre creadora y productora, y es un disco que les ha permitido adentrarse por diferentes estilos y moldearlos a su antojo, creando algo extraño, deforme y, por momentos, bastante majareta.
“Garbage Dream House” abre el disco y la batería inicial se acopla a los efectos de sonido que crea Fire-Toolz, y la melodía entra y recuerda mucho a los U2 de Zooropa (disco fetiche de nuestra autora), aunque también la ambientación recuerda a aquel memorable Morning White Dove de los One Dove. Ruido blanco y el latido de la música de baile para escuchar en la intimidad de tu habitación. Los beats saltarines de “Bugland” conviven con arreglos de guitarra distorsionada creando un mantra lisérgico, del mismo modo que en “Bits” el shoegaze de escuela Ride se rinde al pop más goloso.
Los ecos a la psicodelia de Jason Pierce mecen “Save The Lobsters” bajo un crujiente entramado de loops que desembocan en una melodía protodisco; el arranque postpunk de “My Crud Princess” combina la síncopa de unos Joy Division y el desparrame de los The Flaming Lips, y el perfil más ambient llega con “Jelly Meadow Bright” en donde Boards Of Canada se encuentran en un bosque por la noche con Korn, y hablan sobre el cambio climático a través de las cartas del tarot, y entonces aparecen unos glitch que intentan hackear la escena, y hacer desaparecer la melodía en átomos con vida propia.
Escucha No Joy – Bugland
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