Si preguntamos a la IA lo que es un Sirio B, nos contesta que es el remanente de una estrella que agotó su combustible, pasó por una fase de gigante roja y expulsó sus capas exteriores para dejar atrás su denso núcleo. Y, aunque desconocemos el significado real que tal nombre tiene para la firmante de este disco, no podemos dejar de pensar mil metáforas en torno a la renovación personal o artística que ha podido acompañar a la elaboración de este trabajo de Soleá Morente, que es al fin y al cabo quién debería explicarlo.

Largamente anticipada a través de la presencia de diversos singles esparcidos por redes a lo largo de más de tres años, la colaboración entre la granadina y Guille Milkyway (La Casa Azul) al fin se ve materializada en la forma de este Sirio B, un flamante nuevo álbum a nombre de la primera que vuelve a traer, tras ese paréntesis introspectivo que supuso el disco que dedicó a sus padres (Aurora y Enrique, 2021), a la Soleá más pop, la misma que alumbró discos tan estupendos como Ole Lorelei (2018).

Grabado a salto de mata durante varios años en las diferentes visitas de Soleá Morente al estudio que Guille tiene en Sant Cugat del Vallès, al haber sido tan espaciado su proceso de producción podría pensarse que el disco sea disperso. Pero no es en absoluto así. De hecho, el equilibrio entre el pop burbujeante del barcelonés, con referencias al sixties californiano, a la canción ligera y al synth británico, y el flamenco, la rumba pop y la capacidad de experimentación de la granadina, es perfecto. Se nota una colaboración nada forzada, que surge de la amistad y de los muchos puntos en común que tienen uno y otro.

El disco, de hecho, se abre con cierto aire flamenco, pero engaña, porque enseguida en “Ensoñación nº 9” se explican los motivos por los que hablamos de esa especial química entre Soleá y Guille. Surge un ritmo de cha-cha-cha y el fraseo vocal parece querer imitar al de los boleros clásicos, y no sólo eso, también hay espacio para arreglos barrocos y cambios de ritmo. Es una pieza de apertura que en poco más de tres minutos ya explica muchas cosas y, sobre todo, arrebata. Y claro, corremos el riesgo de caer rendidos demasiado pronto.

Pero aceptamos el riesgo, porque sin dar respiro llega el primer dueto entre los dos autores de esta colección de canciones que, ya anticipo, poco o nada baja el listón tan alto del inicio. “Ahora nunca” es puro Milkiway, con una de esas progresiones melódicas marca de la casa y una letra exacerbadamente romántica. Sin embargo, “Con los nudillos” es puro Soleá, una canción que perfectamente podría haber estado en Ole Lorelei o Lo Que Te Falta, dos de sus mejores discos. Un single perfecto. Y ya van tres, por cierto.

Pero, aunque parezca mentira, aún no ha llegado lo mejor. A ritmo de jungle llega “Gitana María”, una maravilla pop que es sin duda el hit del disco. Un disco que aún no ha llegado a su ecuador y ya quita la respiración. “Soleá del mar” introduce las novedades, con un carácter urbano bastante inédito tanto en Guille como en la Morente, que aquí hasta se atreve a rapear. Y no solo sale airosa, sino que parece en su salsa mientras lanza alguna de esas referencias de gustos comunes de las que han sembrado los dos autores sus canciones. Que bonito, debo decir, que alguien cite a Tim Maia y su excelso “Não quero dinheiro (só quero amar)”.

Como ya nos ha llenado el cuerpo de singles perfectos, Soleá se va atreviendo con más cosas: llega la psicodelia con “El lenguaje de las estrellas”, un pequeño tour de force sideral que se a anticipa “Mercurio y seda”, otro de los grandes momentos del álbum en que el productor y la cantora han logrado el milagro de que la segunda, al fin, logre hacer un dueto con su padre Enrique, aunque tenga que ser desde el otro mundo. La voz eterna de aquél innovador queda perfecta en envoltura electro y volvemos a escuchar un single perfecto.

Y otro dueto espectacular con Guille. Se titula “Vamos a olvidar” y parece querer recuperar -con éxito- aquellas epopeyas de desamor que Manuel Alejandro escribía para la Jurado, pero a ritmo de rumbita, que no está la cosa para ponerse tan tremendos. Otro joyón, y eso que aún queda para terminar: la secuencia entre el bedroom pop de  “Azalea”, la excelsa rumba de “No likes” (otro hit) hace que esa rareza que es “Mírame (tengo WOAAA)” entre con facilidad y que la romántica e infaliblemente pop “Mi Cura” nos dirija boquiabiertos hacia ese final brillante que inicia “Mi vida es para mi”.

Una reafirmación personal que se marca la Soleá y que es, seguramente, el resumen de todo este disco que sí, hace que haya merecido la pena tanta anticipación y tanto tiempo de espera. Menudo joyón a cuatro manos se han marcado ella y su amigo. Corta la respiración el final con “Amor mío (siento si no estuve aquí)”, y es que ya hemos perdido la cuenta de las canciones perfectas que contiene este álbum que seguramente podamos afirmar que es de lo mejor que ha firmado jamás la granadina. No necesitaba confirmarlo, pero desde luego aquí tenemos el mejor testigo del enorme talento que ya sabíamos perfectamente que tiene, ahora arropada por otro de los más grandes talentos pop que hay por aquí. Así que Sirio B es, sin duda, uno de esos “ten out of ten” a los que últimamente es tan aficionado Pitchfork.

Escucha Soleá Morente – Sirio B