Tras editar en 2021 un poemario bajo el título de Esto no es una canción, la maquinaria creativa del siempre inquieto Abraham Boba da forma a un interesante ensayo sobre la baja estatura y las connotaciones negativas asociadas a los adjetivos circundantes.
En 163 Centímetros (Arrebato, 2025) sigue habiendo poesía, pero también un poso autobiográfico en el que hay cabida para la libertad literaria, constituyendo un todo que engancha por esa fluidez adornada de multitud de referencias interesantes que distingue al cantante de León Benavente, barnizada de manera recurrente por un sentido del humor que sobrevuela desafiante cada recoveco de esta recomendable obra.
A pocas horas de tocar en Lanzarote, Boba nos atiende con su habitual calidez y amabilidad con para hablar de este y otros temas relevantes que componen su estimulante puzzle vital.
«Más que hacer una autobiografía que fuese un egotrip absoluto, creo que elegir este tema de la estatura hace que de alguna forma hablar de uno mismo cobre sentido y que no sea solo la chapa de tu vida»
¿De dónde surge la idea para hacer este libro?
Bueno, yo la verdad es que normalmente cuando estoy terminando algún proyecto, ya sea un disco o algo que haya escrito, normalmente cuando lo estoy cerrando, siempre me da por empezar a pensar en cuál va a ser el siguiente paso. Y éste fue más o menos así.
Acababa de terminar el libro, el poemario que publiqué con Espasa, que fue hace unos años ya, y se me pasó por la cabeza escribir algo que no fuese exactamente poesía y que de alguna manera hubiese un giro conductor de algún tema que me sirviese también para hablar un poco de mi autobiografía y tal. Y justo en ese momento cayó en mis manos un libro de una poeta neoyorquina que se llama Heather Christle. Es una poeta que me gusta mucho y ella escribió hace unos años un libro que se titula El libro de las lágrimas. Y es también una especie de ensayo que a mí realmente fue el que me dio la idea un poco a nivel formal para esto. Y en cuanto leí eso dije, me apetece hacer algo que tenga un poco este cariz, que estés hablando de experiencias propias y a la vez mezclándolo con datos de otro tipo, más divulgativos, científicos o anecdóticos. Y así fue un poco como surgió la idea de esto. Hay mucho de autobiográfico en la obra.
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¿Sentías que era el momento a lo mejor de abrirte un poco más a tus seguidores, de que conocieran un poco más sobre ti?
Si te soy sincero, tampoco pensé mucho en eso. Creo que este libro lo tenía que escribir de esta manera, no había otra forma. También todo el material gráfico que acompaña, no solo las fotografías de Sara Condado, sino todo el material de archivo que tengo, de fotos que tenía en mi casa, de mi familia y tal. Claro, al principio te da un poco de pudor, obviamente, pero creo que hay cosas que solo se pueden explicar desde ahí. Y más que hacer una autobiografía que fuese un egotrip absoluto, creo que elegir este tema de la estatura hace que de alguna forma hablar de uno mismo cobre sentido y que no sea solo la chapa de tu vida.
¿Cómo retroalimenta en tu caso el letrista al escritor? ¿Cómo conviven, qué conexiones existen?
Joder, es que yo siempre pienso que es más o menos todo parte de lo mismo. Yo creo que todo lo que hago desde hace años, en León Benavente, o escribiendo, o los espectáculos que he hecho sobre el libro de poesía, o el que voy a hacer ahora sobre este libro, o incluso cuando me voy a pinchar por ahí electrónica, para mí todo forma parte de lo mismo. Se está alimentando todo el rato el mismo mundo al que luego, como decía David Lynch, y como luego decía Rick Rubin.
Las ideas están por ahí, y tú solo tienes que acceder a ellas. Que bueno, es un poco hippie la verdad, pero tiene algo de razón. Y a mí, es lo que te digo, todo me sirve de lo mismo. Entonces, es verdad que a la hora de escribir, tanto el poemario que escribí como este libro, si tú estás trabajando con canciones normalmente, que es lo que yo hago, la canción tiene una estructura armónica, tiene una estructura melódica que más o menos hay algo como que te impone una especie de forma, de corsé, aunque luego tú te lo puedas saltar, pero siempre está ahí. Tienes un instrumento, tienes un acompañamiento que crea un entorno a esas palabras que escribes dentro, en la canción. Y esto no, escribir es otro acto más, en el fondo, para mí, un poco liberador también, porque puedo estar en una página en la que puedo hacer lo que quiera, hablar de lo que quiera, sin extensión, sin rimas, sin ningún tipo de atadura de este tipo. Pero ya te digo que para mí todo forma parte de lo mismo.
He leído que te gusta llevarte una referencia literaria de alguien local cada vez que viajas, como una especie de souvenir. ¿De dónde viene esta afición? ¿Cuál es la última que has añadido a tu colección?
Llevo ya un par de temporadas colaborando con un programa de Radio 3, una sección semanal sobre poesía. Bueno, un poco sobre lo que me da la gana, pero normalmente son poemarios. Entonces, claro, esto, que parece que no, es un curro. Hay que currárselo cada semana, pero por otro lado también me hace que dentro de esta vida que tenemos los músicos de estar cada vez en un sitio, siempre tengas una especie de cometido cada semana que para mí es leerme al menos un poemario a la semana, y luego ya no solo leerlo, sino leerlo desde el punto de vista de que si lo vas a explicar en una sección, profundizas aún más en él.
Yo además que soy bastante entusiasta y pasional con lo que me gusta recomendar, pues también incluirte un poco, ver por qué está escrito así y tal. Voy cada semana leyendo uno. Ahora, concretamente, estoy con un poemario de W.S. Merwin, un poeta estadounidense muy guay.
Y no sé, el último que hice, por ejemplo, fue un libro de Haikus de Jack Kerouac, que obviamente todo el mundo ha leído “El Camino” y todo esto, pero yo, por ejemplo, esta faceta más poética de él no la había leído. Y no sé, voy descubriendo cosas y lo que tú dices. La verdad es que cuando vamos a tocar por España no solemos tener tiempo para nada, es una mierda. No te da tiempo a ir a una librería y decir, oye ¿qué me recomiendas? Pero cuando voy a Latinoamérica, sobre todo, sí.
En México tengo una librería así de confianza que me gusta mucho, que además tiene mucha referencia literaria y poética. Y luego, pues en Colombia y tal, siempre me gusta coger a gente que sea de allí y descubrir cosas. He descubierto cosas muy guays.
¿Qué género es el que más te atrapa o que crees que con el paso del tiempo se ha consolidado más entre tus preferencias?
Yo creo que algo que está entre la poesía y el ensayo. Precisamente algo que tiene que ver un poco con este libro que acabo de escribir o que acabo de publicar. Porque la verdad, y esto es además una cosa que tengo con la gente de colegas que somos lectores y tal, la novela me cuesta muchísimo. Desde hace bastante me cuesta mucho entrar en una historia y seguirla durante tiempo. No sé por qué, no me acaba de interesar demasiado.
El otro día, por ejemplo, Jon Sistiaga, el periodista, que es muy buen amigo mío, estuvimos este verano unos días juntos y me regaló un ejemplar de su novela Purgatorio. A mí, a priori, también es una temática que tampoco te creas tú… Me interesa porque es mi amigo y me parece un escritor y un periodista maravilloso. Me lo tragué y realmente me he divertido. Está muy bien escrito, es un libro que me entretuvo a parte de enseñar. Recuerdo que cuando lo terminé le dije “gracias por reconciliarme otra vez con el género de novela, porque lo tenía un poco olvidado”. Yo creo que lo que más disfruto ahora de leer es poesía.
En la nota de prensa del libro, hablas de Prince y de esas dos cosas que compartís: la afición por los botines de tacón, y esa historia de jugador de baloncesto como pasión algo frustrada, y que pasó a una dedicación mutua a la música. ¿Qué significa para ti esa figura y qué influencia ha tenido en tu obra y en tu visión de la canción como formato universal?
Como explico en el libro, la figura de Prince me sirvió para hablar de varias cosas , por un lado esa pasión que yo tenía muy poco antes de descubrir mi pasión por la música con el baloncesto, tanto jugar como todo lo que tenía que ver con ese mundo de los partidos de la NBA y todo ese mundo que se empezó a abrir en la televisión cuando yo era un pre-adolescente, y luego por otro lado en el libro también hablo de unas cintas de vídeo que mi hermano grababa de videoclips que salían en la tele, yo qué sé, Tocata o de todas estas cosas y recuerdo haber visto el vídeo que estaba sacado de la peli de Purple Rain que fue la primera cosa que yo vi y luego mi hermano se compró el disco Sign of the Times, que recuerdo que lo compró en CD, y yo lo estuve escuchando. Yo todavía era bastante pequeño y decía, bueno, algunas canciones me gustan y luego recuerdo ya la banda sonora de Batman de Tim Burton , que ahí sí que yo ya era un poco más mayorcete, y esa me encantó, y ya a partir de ahí empecé a escuchar más cosas.
La obra de Prince es inabarcable y luego flipo con el tipo de personaje que era. El mismo vídeo ese que yo no sé si has visto porque es muy famoso, de James Brown, Michael Jackson y él cuando sale al escenario o los vídeos que hay de él en las pruebas de sonido que ya sale con sus tacones ya vestido como maqueadísimo, pero con esos tacones de aguja imposibles, y verle tocar que era un genio, una mezcla para mí entre James Brown y Mozart.
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¿Eres consumidor de libros escritos por músicos?
Sí, me interesan, y creo que otra de las referencias que también estuvieron por ahí encima de la mesa al hablar de escribir este libro fue la biografía de Jarvis Cocker en la que es a través de objetos como él va contando también su autobiografía y tiene esa cosa como medio vintage ilustrativa, también con las fotos, y también me influenció incluso en el tono a la hora de escribir.
El otro día, un periodista por ejemplo me habló de un libro que yo conocía obviamente, porque soy bastante fan de Nick Cave, y que había escrito Warren Ellis sobre el chicle de Nina Simone y toda esta anécdota, y me dijo “me recuerda este libro a algunas cosas del tuyo”.
Es un libro que tengo pendiente de leer desde hace tiempo y me lo leí hace un par de semanas, y sí que encontré algunos puntos en común con el mío y, obviamente, sí que me gusta.
Ahora tengo un par de ellos por ahí pendientes: el de Thurston Moore y uno de Bobby Gillespie de Primal Scream, del que soy muy fan.
Este es un momento efervescente para ti, con la presentación del libro, hace poco has hecho un concierto muy especial en un monasterio, también sigues pinchando… ¿Crees que hay recorrido para recuperar algo de tu cara en el solitario como compositor en un futuro?
(Sonríe). De momento no es lo que tengo pensado. De hecho, creo que todo el rato estoy haciendo cosas que vayan en otra dirección precisamente por eso. Cuando empecé León Benavente, en el fondo para mí todo lo que tiene que ver con componer canciones creo que es eso e interpretarlas en directo encima de un escenario. Creo que eso lo tengo bastante cubierto con el grupo.
Además me gusta, me gusta mucho. Estamos en un momento en que los cuatro estamos con mucha sintonía pensando las cosas de cara a un futuro, el siguiente trabajo y tal. Cada vez que terminamos, hacemos una gira, yo siempre normalmente me embarco en otro tipo de trabajo que tenga que ver con un libro o con alguna cosa.
Ahora estoy pensando básicamente en esto del espectáculo que voy a hacer sobre este libro y creo que ya tengo suficiente. Sí, no sé si en algún momento decidimos parar León Benavente o descansar o todo esto que hacen ahora todos los grupos menos nosotros. Si algún día pasa eso, seguro que volveré a hacer un disco en solitario y eso. Pero ya te digo que de momento no tengo ni prisa ni ganas.

¿Cómo viviste en la línea temporal de tu vida ese momento en el que sentiste que León Benavente ya era un trabajo a tiempo completo y había que aparcar otras cosas para darle toda la atención al grupo?
La verdad es que supongo que tampoco esperábamos que nos fuese a funcionar así bien desde más o menos el principio, que fue lo que pasó.
Tampoco fue la bomba de que fuese el grupo de moda pero bueno, venir de muchos años de nuestros proyectos por separado que no funcionaban nunca y de repente algo que sí empezaba a funcionar, fue flipante.
Es verdad que yo, por ejemplo, cuando empezamos León Benavente, seguía tocando con Nacho Vegas no sé si de aquella, seguía tocando con Julio de la Rosa, puede ser también, y acababa de montar una banda que se llamaba Forastero con Javier Gallego, con Crudo, con Javier Diez Ena, y con Javier Colís. Fue una banda que hicimos ahí en ese mismo momento de León Benavente y hubo un momento que recuerdo que lo primero que tuve que dejar fue este proyecto de Forastero que llegué un día a un ensayo, además era una banda instrumental, muy de tocar y dije : “Mirad tíos, creo que no puedo seguir con esto porque mi calendario de León Benavente son conciertos todos los fines de semana hasta dentro de un año, entonces si tenemos un concierto con este proyecto no voy a poder hacerlo, no tiene ningún sentido” y eso fue así.
Luego lo de Nacho, pues fueron muchos años de girar y en 2020, justo poco antes de la pandemia lo hablamos en plan que no acababa una gira, empezaba la de Nacho Vegas y así, era mucha tralla, y luego un momento en que se solaparon también y claro, había veces que Nacho no podía hacer bolos porque nosotros teníamos un bolo de León Benavente, entonces era insostenible.
«La figura de Prince me sirvió para hablar de varias cosas en este libro. Su obra es inabarcable y luego flipo con el tipo de personaje que era»
Como letrista, me interesa bastante como se han adaptado tus letras al estilo musical que estáis desarrollando ahora, ese del baile con conciencia, en el contraste entre el hedonismo y el “aquí hay un mensaje en lo que estoy diciendo, mientras tú bailas yo te digo cosas que luego vas a recordar”. ¿Cómo has vivido esa mutación de tus textos adaptándose a este nuevo engranaje?
Cuando haces un disco, yo creo que sobre todo este último disco de León Benavente, es tan vital, ya creo que ni siquiera tiene que ver con que sea como electrónico de baile y todo eso, sino que es verdad que tiene un punto como de desenfreno, de hedonismo de todo eso que tú dices. Claro, si la letra va por el mismo camino a mí ya todo me parece que ahí no hay capa, no hay contraste, no me interesa no es bocadillo de pan con pan, entonces claro, también, por otro lado, esto es muy fácil decirlo pero luego cuando te pones a escribir te das cuenta de que tampoco puedes escribir una bajona absoluta cuando está una canción aquí porque depende de cómo te pases un poco se va a la mierda, ya no funciona, tiene que haber algo que eso de que estás bailando pero a la vez se te está cayendo la lágrima de alguna manera de emoción o de reflexión más bien y yo qué sé, la gente que nos dedicamos a escribir, al final siempre estamos dando vueltas a las mismas temáticas, desde siempre tú vas viéndolo, lo que pasa es que vas creciendo tu forma de entender el mundo va mutando de alguna manera, vas teniendo otras herramientas también a la hora de escribir y creo que
eso es lo que yo hago, referirme prácticamente siempre a mis mismas preocupaciones pero desde diferentes puntos de vista, desde diferentes lugares.
Tus textos encajan a la perfección con las personalidades de las voces femeninas con las que has compartido protagonismo en algunas de vuestras canciones. ¿Fue algo premeditado o algo que fue surgiendo mientras trabajabais esas melodías?
Va saliendo. En todos los discos siempre llamamos a gente que más o menos nos gusta lo que hacen y que nos mola que vengan, que compartan la canción con nosotros, que den su punto de vista y que se quede ahí plasmado.
Ya desde el principio, en “Ser Brigada” con Cris de El Columpio Asesino, ella era mi colega ya, y también aparece en el libro, por cierto.
Era muy amiga y claro, cuando estaba escribiendo esta canción, de repente lo vi muy claro y se lo propuse. Y ahí han quedado todas las colaboraciones que hemos hecho con Miren Iza de Tulsa, también. Pero es que son gente que son muy cercanas, son muy colegas.
Con María Arnal fue una de las experiencias más flipantes el trabajar con ella. Lo que pasa es que ella no era tan colega como tal y fue quizá más sorprendente. La de Irantzu, de La Buena Vida, que hace poco puse una cosa en mi instagram, porque estuvimos con ella que vino a vernos a Donostia.
Cuando íbamos a escribir las primeras canciones, la tenía en mente para cantar. Yo le iba a proponer que cantase ella, cosa que luego no sucedió. Pero que luego, si te das cuenta, en ese primer disco hay algunas melodías que sí que tienen ese aire un poco como del fraseo que ella hacía en La Buena Vida.
La verdad es que es de las cosas más guays, el encontrar a gente con la que te guste colaborar y que estén ahí en tus discos.
«Creo que para bien o para mal, hay algo en las letras que escribo que sí tiene algo de generacional.»
¿Podrías nombrarnos a algún referente que haya estado presente siempre para ti a nivel literario, y un autor o una obra con la que te engancharas a leer?
Creo que para mí, un referente a muchos niveles fue Leonard Cohen. Lo descubrí cuando era un chaval.
A mí me gustaban The Cure, Depeche Mode, U2 y R.E.M. y todos estos grupos un poco más mainstream. El grunge también y además se habla en el libro de esa etapa. Recuerdo que las primeras canciones que escuché fueron las de I’m Your Man (Columbia Records, 1988) . Me llegó una cinta y me la puse. Me quedé totalmente loco. Y ahí ya fue cuando empecé a investigar en las letras, y en su forma de escribir, en indagar sobre el personaje, que me interesó mucho y sí que me sirvió un poco como referente. También era un tío que escribía muy serio, pero que siempre tenía, eso de ser muy cínico con él mismo. Tenía mucho sentido del humor y mucha mala baba para con él mismo también. Y eso también de alguna manera me sirvió como herramienta para escribir durante mucho tiempo. Sí que es un buen referente musical y literario en este caso.
Respecto a lo de engancharme a leer, Yo soy muy cinéfilo, me gusta mucho el cine. La primera vez que vi Al final de la escapada de Godard, recuerdo que la vi con 21 años o algo así y que dije: “hostia, espera, esto es otro mundo”. Esto no es cine, no es Indiana Jones o todas esas cosas. De repente hay otro mundo y yo creo que eso a nivel literario me pasó con Raymond Carver.
Cuando llegué muy jovencito a los relatos de Carver, ahí me dije, pero bueno, no sé si está contando algo del día a día, pero de qué manera lo cuenta. Y eso creo que me abrió muchos caminos también.
Ahora que hasta algunos y algunas influencers hablan de ello, ¿crees que hay espacio todavía para un poco incentivar la lectura?
Ahora parece que también hay otra corriente que es esta corriente del postureo de la lectura, ¿no? Que hay una corriente ahora bastante extendida de que es cool leer, ahora mola leer, entonces vamos a ver a Dua Lipa recomendando libros y todas estas cosas. La verdad es que me parece de puta madre.
Es verdad que yo tampoco tengo hijos, entonces no tengo demasiada relación con una generación realmente joven. Sí conozco a chavales de grupos de 20 años o de 21 años, 25 o 20 y pocos años, que ya ves que sí que hay un salto generacional obviamente conmigo, pero que no son adolescentes, que realmente no sé si esa gente está en la lectura o está solo en el mundo digital o tal. Pero yo tiendo a pensar que en el fondo no quiero que caigamos en lo mismo que caía la gente cuando nosotros teníamos esa edad, es decir, yo en mi colegio era el raro también, del que iba con los discos, yo y tres más, el que iba con los discos de no sé qué, con las camisetas de los grupos, el que leía, tampoco es que hubiese mucha gente que leyese. Yo tampoco veía gente leyendo, o sea, que no pasaba, entonces no lo sé. Y luego veo también cifras de datos que se ve que a día de hoy se consume bastante, se consumen bastantes libros, se venden libros, entonces no lo sé.
Yo sí que pienso que obviamente todo el mundo digital y sobre todo redes sociales y todo eso ejerce una influencia y una adicción que conlleva que si tú estás dedicando tiempo a eso, no lo estás dedicando a otra cosa, eso está claro. Si tú te metes en la cama y te pones a ver el móvil, no estás dedicando la lectura o mientras esperas en un aeropuerto o lo que sea. Pero ya te digo que ahora que acabo de cumplir 50 años, no voy a pensar que el mundo que hay ahora es peor que el que vivimos nosotros, al menos en ese aspecto.
En otros, desde luego se está poniendo bastante complicado. En otros se está poniendo muy jodido.
 
							 
						 
							 
							 
							