Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad. Es una selección que reúne voces de poetas venezolanos nacidos a partir de 1990. La muestra nos invita a reflexionar acerca de las diversas identidades que se presentan en la poesía actual venezolana. La escogencia del título rinde homenaje a dos voces que dejaron una huella fundamental en el panorama más reciente de la vida literaria del país: César Panza, con su verso Si el río abriese los ojos qué viera, y Caneo Arguinzones cuando dice que Haber retrocedido al abismo ha convertido la continuidad / en una festiva alabanza. César nos devuelve la pregunta de la identidad sin pretender abrirnos los ojos, sino buscando que habitemos con él la pregunta; defiende lo auténtico mientras nos habla de la impermanencia. Caneo plantea una vivencia corporal que enfrenta a la muerte, pero que, en un detenerse, busca la continuidad de la vida como una “festiva alabanza”. Estos autores y referentes, por siempre jóvenes, son voces desenfadadas, discontinuas, navegantes de lo incierto en el río identitario, vitales, como las que presentamos a continuación.
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Thalía Sánchez (Maracaibo, 1996) es Comunicadora Social y artista visual. Obtiene el tercer lugar en el 5to Certamen Internacional de Siglemas “Di lo que quieres decir” (2019). Finalista en el V concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2020). Aparece en la tercera edición de la antología “La Flor en que Amaneces” de Ediciones Azalea (2020). Obtiene Mención Honorifica en el primer Concurso Internacional de Poesía JBernavil (2020). Ganadora en modalidad ex aequo de la primera edición del Concurso Internacional de Poesía Bruno Corona Petit (2021). Autora del poemario Intervenciones a la Luz, Ediciones Palíndromus (2022).
Hábito en la sed
No me nombran las aguas
No me arrastra de pronto su corriente
Seré otra al abandonar mi sombra.
En la blancura de la noche persisto
Sostengo mi sueño
Y se deshace.
Hábito en la sed.
Antiguos silencios trastocan mi morada
Antiguas palabras se pronuncian,
Sin reconocerme.
Infinitud en la memoria: ¿Existes?
No levantaré la voz
No elevaré este canto para salvarme.
Amanecer será cuestión de mi suerte.
Intento florecer sobre la grieta
Y la luz toca mis últimas palabras.
Abandonar el rostro
Existe una fuerza fuera de mí que me orienta
A veces olvido mi nombre para que otro nombre me dé un cuerpo
Para que un cuerpo me camine o me extinga.
Sé que puedo con el peso de la noche
sé que más allá de su venganza está el renacimiento del sol
sobre ese pensamiento mi voz se levanta.
Aquí yace un cuerpo sediento, perdido inútilmente
acabado por sí mismo.
Dónde, ¿en qué lugar se deja el grito?
en qué sitio se dejan caer los parpados
para que puedan descansar.
Contemplarse la herida es amar la raíz y el fondo.
Amarlo todo:
Luz y oscuridad
transformación y quebranto.
Está permitido suspenderse:
Abandonar el rostro.
Dirigir el sueño:
Alcanzar el asombro.
Todo me atraviesa
y el incendio me hace invencible.
También a veces, cuando todo en mí desaparece
vuelven tus manos dulcemente y sostienen mi aliento.
Agradezco el gesto
me reconozco en ti
y saboreo el instante, como quien besa por primera vez el mar.
Es cierto, la bestia se ha vencido
toca celebrar su santa sepultura
aferrarse a la celebración y al canto
tejerse los miedos
Devorar en la danza la agitación de los días
Vaciarse
Desnuda voy al filo de la noche.
Desnuda,
me invento un paisaje,
Y la belleza cubre mis ojos
con su manto.
Idioma del Poema
(Fragmento)
Lo que me dice el poema es quizá un latido
un intento leve de respiración sobre el agua
no he visto olas aquietarse,
he visto sí, las olas detenidas al pie de una página
Esa quietud me paraliza y me ilusiona,
es quizá la fluidez del agua que lo purifica todo.
El poema se manifiesta como un milagro,
y reaparece en mis manos
como vuelo de pájaro, como nube,
olor a tierra mojada, atardecer o silencio.
Hoy me habita el lenguaje,
que es un himno suave y salvaje sobre mis hombros
hoy me quito la sed y pongo a remojar el espíritu.
En días así sólo la palabra me invita a la resurrección,
sólo el pulso de lo ya vivido
sólo el eco de lo ausente se proclama,
formando incendios en mi memoria.
Canción final
En qué momento podré ser una con la luz,
tan delgada es esta línea que me nombra
que a veces no puedo sostenerla.
Qué palabras diré cuando el día se apague sobre mis ojos
y el agua me reciba en su centro con el corazón desnudo
¿A dónde iré?
Quizá la luz aparezca después para saciarse de mí,
para beber de mi cuerpo -si algo queda-
y me envuelva toda donde es mi muerte
mientras yo atravieso el otro mundo
con el último latido de la tierra.
Intervenciones a la Luz
(Fragmento)
La página pesa
y le pido perdón por violentar sus entrañas
Estas palabras son lágrimas
y toda la página un río crecido entre mis manos.
Me rodea una luz que apenas puede sostenerse
en la hora más cruel de mí existencia.